La violencia
contra las mujeres es una de las más degradantes violaciones de los
Derechos Humanos y continúa progresando en el ámbito global. No respeta
fronteras, culturas, niveles económicos. Está presente en épocas de conflicto y
en tiempos de paz, en el hogar, en el trabajo y en la calle.
Es una
injusticia manifiesta que impide que la sociedad avance en el camino de la
igualdad y el bienestar común que todas y todos queremos en convivencia.
La violencia
contra las mujeres desaparecerá cuando las mujeres dejen de ser ciudadanas de
segunda y participen de forma igualitaria en la sociedad.
Desaparecerá cuando dejen de estar a la cabeza
de las cifras de pobreza, de las listas de desempleo o de sufrir la infravaloración
de sus trabajos y los problemas de conciliación de su vida personal, laboral y
pública.
Desaparecerá cuando se deje de usar su imagen
como objeto de consumo, cuando sus palabras se oigan con el mismo volumen que
las de los hombres y cuando se las nombre y se las visibilice en todos los
espacios sociales.
Desaparecerá cuando exista una verdadera
educación no sexista donde las niñas y los niños tengan presente y futuro con
las mismas posibilidades.
Desde 2005
alrededor de 600 mujeres han sido víctimas de violencia de género sólo en
España. La violencia de género afecta tanto a las mujeres que la padecen, a sus
hijos y a sus hijas, entornos familiares y a la sociedad, en general. Se trata
de un problema que se proyecta a nivel horizontal (hacia las mujeres y sus
entornos familiares) y a nivel vertical (hacia sus descendientes), pudiéndose
perpetuar este tipo de violencia en futuras generaciones.
La violencia de género no puede
considerarse un problema exclusivo de la esfera privada de las mujeres; todas
las Administraciones Públicas y la sociedad en general, deben participan en la
erradicación de esta lacra social. Ya no es un delito invisible, sino
que produce un rechazo colectivo y una evidente alarma social.
La finalidad
de este manifiesto es hacer patente nuestro rechazo a la violencia de género y
fomentar modelos alternativos de convivencia, basados en el respeto y en la
igualdad, asumiendo estos compromisos:
· Consideraré
que las personas, hombres y mujeres, somos iguales en derechos, en capacidad de
decisión, en oportunidades para elegir.
· Rechazaré
todas las acciones, comentarios y chistes que trivialicen la discriminación de
las mujeres y que denigren la imagen de las mujeres.
· Analizaré
críticamente los discursos sexistas y/o violentos difundidos por los medios de
comunicación.
· Promoveré una
educación igualitaria, en mi entorno más cercano, apostando por juguetes y
juegos que acerquen y enriquezcan a niños y niñas y no perpetúen los roles
discriminatorios por los que el cuidado y la pasividad se asigna a las mujeres
y la inteligencia y la acción a los hombres.
· Seré libre
para decidir mi vida sin que ser hombre y mujer me impida elegir lo que deseo,
promoviendo la eliminación de los estereotipos femeninos y masculinos.
· Compartiré
solidariamente las tareas domésticas y el cuidado propio y el de las personas,
ganando así autonomía y disfrutando del afecto de quienes queremos.
· Resolveré los
conflictos de manera no violenta.
· Mostraré mi
apoyo y solidaridad a las mujeres que sean víctimas de violencia de género
· Participaré
socialmente para erradicar las estructuras sociales y las mentalidades que
perpetúan una discriminación de las mujeres en la sociedad, trabajando
activamente por la igualdad.
El Instituto Playamar, su
directiva, el profesorado, el alumnado y el personal de servicios rechaza tdod
tipo de violencia por cuestión de género.
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